martes, 31 de agosto de 2010

MALA GENTE QUE CAMINA

Solía Mark Twain escribir cartas a sus amigos y no tan amigos. Cuando la carta que escribía era muy crítica, dura e irónica, la guardaba una semana en el bolsillo de su chaqueta, y si después no se arrepentía de lo escrito entonces la mandaba a su destinatario.


En mi caso es una carta abierta y después de escribirla hace ocho meses no me arrepiento de haberla escrito y ahora la publico.

 “Mala gente que camina”.

En esta vida hay personas buenas y malas. Desgraciadamente muchos de nosotros conocemos a alguien que es mala persona de verdad, de esas que son tan infelices en sus vidas que tienen que hacer la vida imposible a otras, que tienen un odio visceral y se alegran de las desgracias de los demás. Son manipuladoras con la mentira, que se sienten bien cuando humillan al prójimo. Son personas que dañan sin intención jamás de reparar el daño causado. Son envidiosas, facinerosas, resentidas, viles, despreciables. Ya lo decía Machado en uno de sus poemas “mala gente que camina y va apestando la tierra”. Desafortunadamente una persona así se ha cruzado en mi camino y el de mi mujer. Y además donde veraneamos, y para colmo donde trabaja mi mujer. Esa persona quiere desestabilizarnos, y lo peor de todo es que no duda en utilizar a los hijos para tal fin. A los suyos para ponerlos en contra de los nuestros y a los nuestros para hacerles el vacío y faltarles al respeto, hacerles daño.

Querida, hay unas pocas personas que vuelan, como las maestras. Otras, en menor medida que vuelan muy alto, como los sabios. Y las hay también, qué pena, que se arrastran, que ni siquiera tienen altura para levantar la cabeza del suelo, son como tú, malas personas.

Querida, si para ser un poco menos desgraciada tienes que cargar contra nosotros, hazlo, por mucho que lo intentes no hace daño el que quiere sino el que puede, y tú distas mucho de poder, entre otras cosas porque no eres de nuestra condición, eres lo que eres y no lo que quieres ser. Sólo te pido que dejes fuera de tus vilezas a los niños, si tu hiel te lo permite.

Querida, yo por mi parte hace tiempo que ante las malas personas pasé de la ira a la rabia, pero en tu caso a la más absoluta indiferencia.

Querida,  que tus hijos y tu marido (pobre calzonazos) sufran lo menos posible tu veneno, ese del que te alimentas.